viernes, 19 de julio de 2013

Sostenibilidad y bienestar


 


 

Sostenibilidad, la maldita palabra que está llevando a destrozar los derechos de los ciudadanos y el estado de bienestar del que tanto llegamos a presumir en Europa y que tanto nos ha costado conquistar. La sanidad tiene que ser sostenible, la educación tiene que ser sostenible, los servicios sociales tienen que ser sostenibles y en las pensiones hay que introducir también el factor de sostenibilidad. ¿Y cómo se llega a ello? Aplicando recortes y más recortes, empobreciendo a la gente, con un mayor deterioro social, agrandando las diferencias, generando exclusión, acabando con la clase media, destruyendo el estado de garantías y derechos…

España está iniciando el camino seguido por otros países europeos para acabar con el sistema de pensiones tal como lo conocemos hoy. Alemania ha sido punta de lanza con la reforma que comenzó a aplicar hace casi diez años y que no ha servido más que para mermar las prestaciones que venían disfrutando hasta entonces los jubilados de aquel país, y esa estela es la que empezamos a recorrer aquí bajo la justificación de que el modelo se irá al garete porque no habrá dinero para atender el enorme gasto de las pensiones. De momento, el Gobierno ha tomado medidas preliminares. Después de cargarse la revalorización automática de las pensiones por imposición de Bruselas, que lleva a los beneficiarios a la pérdida del poder adquisitivo y al empobrecimiento, decide endurecer el acceso a la jubilación anticipada y a la jubilación parcial, de tal manera que desde el próximo mes de abril aquellos que se quieran retirar antes de la vida laboral tendrán que tener más edad y más años cotizados para cobrar, además, menos pensión.

Pero esto es solo el comienzo de una gran reforma que cambiará todo el sistema. En el decreto aprobado por el Consejo de Ministros se incluye la creación de una comisión de expertos para elaborar un informe sobre el factor de sostenibilidad. ¿Y qué quiere decir esto? Pues que teniendo en cuenta que la población está cada vez más envejecida, que el número de cotizantes disminuye, que la natalidad está por los suelos y que la esperanza de vida aumenta, se tiene que actuar sobre tres variables: la edad de retiro, el periodo de cálculo de la prestación y la cuantía de la pensión. Y el resultado de todo ello es que cada vez nos jubilaremos más tarde, necesitaremos más años de cotización para obtener una prestación y, así todo, la pensión apenas alcanzará para vivir.

Y eso es lo que está ocurriendo con una buena parte de las pensiones en Alemania, donde los jubilados tienen que complementar la prestación del Estado con la mensualidad que recibe por el fondo que fue constituyendo con sus aportaciones antes del retiro, aquellos que lo han podido hacer, o con los famosos ‘minijobs’. Es decir, trabajar por cuatrocientos euros para sumar a la paga y llegar a fin de mes. Eso los que no tienen artrosis, porque los jubilados que no están en condiciones físicas, cuyo cuerpo ya no aguanta un tirón, tienen que vivir en la miseria, y los que pueden sostenidos por la familia, no por el sistema. Lo que nos espera. ¡Cuánta injusticia!