Es una etapa de cambios que requiere entre seis meses
y un año de adaptación.
- El aumento de la edad de jubilación no repercutirá más sobre la salud.
"Como una caída del caballo". Así define el
psicólogo Miguel Silveira la jubilación, ahora en boca de todos por la reforma de las
pensiones, que
contempla elevar la edad de jubilarse a los 67 años -a no ser que a los 65 la
persona ya lleve 38,5 años cotizados-. "Después de estar toda una vida en
un trabajo (el caballo) llega el momento de dejarlo (la caída) y cambiar de
actividad. No es fácil para nadie", reconoce este experto, del Colegio de
Psicólogos de Asturias para quien, "el aumento de la edad no tendrá mayor
repercusión sobre el estado de ánimo o la salud porque son otras variables las
que más afectan".
La jubilación es un periodo de cambio brusco que
afecta a muchas esferas: la económica, la del ocio, las relaciones personales,
etc. "Requiere un tiempo de adaptación, que puede oscilar entre seis meses
y un año", explica la psicóloga María Dolores Ortiz, que afirma que "es
un momento de riesgos, pero también de oportunidades".
Ambos expertos señalan que la forma en la que alguien
afrontará la jubilación depende de muchos factores individuales pero, en
general, se puede afirmar que "los hombres lo llevan bastante peor que las
mujeres, porque ellas están más acostumbradas a hacer muchas cosas y a
compaginar su empleo con otras actividades, por lo que esta etapa no les
resulta tan dura", indica Silveira. Luego, depende de "si la persona
tiene aficiones, del grado de voluntariedad que ha habido a la hora de jubilarse
(una prejubilación forzosa siempre es más dolorosa), del tipo de trabajo y de
la mentalización de cada uno", explican.
"Quién ha vivido por y para trabajar se deprimirá
más que quienes no han centrado por completo su vida en el trabajo. Pero todos
ellos tienen que adaptarse a dejar de vivir detrás de un reloj. A partir de
entonces, van a tener todo el tiempo del mundo y deben decidir cómo
llenarlo", destacan. Asimismo, "no es igual quien realiza un trabajo
físico, que a lo mejor está deseando abandonar porque ya se siente cansado, que
quién realiza un trabajo intelectual, que puede llegar a su plenitud y la
máxima sabiduría justo cuando tiene que irse", señala María Dolores Ortiz,
del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Hay una cuestión a la que también se tienen que
enfrentar los jubilados y que no piensan de antemano. El cambio que va a
experimentar su relación de pareja. "Deben aprender a convivir de nuevo.
Construir otra vez una vida juntos. Y esto es un gran reto", reconoce
Ortiz.
Aunque no es demasiado frecuente, los jubilados tienen
más riesgo de sufrir depresión, sobre todo en el primer año de inactividad.
"No sentirse útiles o el hecho de que esta nueva etapa no sea como la
habían planeado, que no cumpla sus expectativas, puede crear un cuadro depresivo",
argumenta la experta.
Consejos para sobrellevar la jubilación:
Sin embargo, existen algunos 'trucos' para sobrellevar
mejor esta etapa que, en algunas ocasiones, puede convertirse en la mejor de la
vida. Lo primero que recomiendan los psicólogos es "estar mentalizado para
cuando llegue el momento.
Preparar la jubilación con tiempo y pensar qué
actividades le gustaría realizar. Incluso probarlas antes de dar el paso".
Para esta fase pueden ser muy útiles "los cursos de preparación o
asesoramiento a la jubilación, que ya han dado buenos resultados en
determinados contextos y han sido contratados, entre otros, por algunos
Ayuntamientos", recomienda Ortiz.
En segundo lugar "es fundamental mantenerse
activo". Algo en lo que, por ejemplo, lleva insistiendo mucho tiempo el
cardiólogo Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular del Hospital
Mount Sinai (EEUU), que no se cansa de repetir que "las personas que
tengan salud y plenas facultades deben seguir activos una vez que se
jubilen". Una gimnasia adaptada a esa edad es fundamental.
Clases de pintura, "es un hobby muy extendido
entre nuestra generación. Somos pintores frustrados"; apuntarse a un
gimnasio, salir a pasear, visitar museos, cocinar o lo que cada cual prefiera.
"Lo importante es no quedarse en casa sin hacer nada", dice
Silveira.
La tercera recomendación es: "Si no se sabe a qué
dedicar el tiempo, utilice la vía de ayudar a los demás. Poner al servicio de
otros los conocimientos adquiridos durante la vida laboral o realizar algún
tipo de voluntariado. Esto ayuda mucho", dicen. Y, por último:
"cultivar las relaciones sociales, retomar amistades y quedar con
ellas".
Como afirma la doctora Ortiz: "Jubilarse del
trabajo no quiere decir jubilarse de la vida".