viernes, 12 de abril de 2024

El campo se levanta

 

Tractorada

 

Aquellos que nacimos en un pueblo y a la vez hijos de labradores, sabemos muy bien lo sacrificada que es la profesión de agricultor, siempre mirando a la climatología de la cual depende un alto porcentaje el éxito de la recolección. Bien es cierto que el trabajo físico que realiza actualmente el agricultor ha evolucionado a mejor, gracias al progreso y la ayuda de las máquinas. Hemos asistido al tránsito del arado romano, con la mano en la mancera y tirado por mulas, a los tractores, del carro al remolque, de la siega con la hoz a las actuales cosechadoras, así como mejora en calidad de semillas. Todas estas mejoras traen consigo altas inversiones para el agricultor, ante unos precios bajos de lo que produce, lo que hace que, en la actualidad, no ve rentabilizado su esfuerzo y lucha por mantener la supervivencia de sus explotaciones.    

En las ciudades la gente vive más ajena a los problemas de la agricultura v la ganadería. Solo llegan noticias a ellas cuando las ovejas atraviesan Madrid, cuando hay una subida brutal en los productos del campo –ejemplo el aceite de oliva-,  o cuando los agricultores se manifiestan en sus calles con tractores. Ahora lo están haciendo por España y por Europa para ser oídos ante esta injusticia. Creo que el sector primario que representan y sustentan merece concienciar a la población, a Gobiernos y Comunidad Europea de la importancia de su existencia como fuente de la alimentación de la población.    

 Trabajar con la incertidumbre de no saber cuál va a ser el resultado de su esfuerzo es penoso.  Irrita que los precios los marquen unos señores que no pisan el campo ni se manchan las manos con la tierra. Es frustrante que los fabricantes de la maquinaria, fertilizantes y combustibles suban desmesuradamente los precios y lo que el labrador recibe en la venta de sus productos sea irrisorio.

Desconcierta la maraña de leyes y reglamentos a que están sometidos. Están indignados por la competencia desleal, ya que las exigencias de producción que les imponen quedan exentas y no se aplican a los productos importados de países extracomunitarios. Sin agricultura y ganadería nos faltaría el sustento diario, con las cosas de comer no se juega.

Los agricultores españoles son una parte fundamental de la economía y la cultura de España. El país cuenta con una gran diversidad de cultivos, desde olivos y viñedos, cítricos, cereales, frutas  y hortalizas. La agricultura genera un considerable número de las principales industrias del país y emplea a una parte significativa de la población rural. Sin embargo, los agricultores españoles se enfrentan a desafíos importantes, como la competencia internacional, los cambios en las políticas agrícolas de la Unión Europea, las fluctuaciones en los precios de los productos agrícolas y las condiciones climáticas extermas, como la sequía. Muchos de ellos luchan por mantenerse a flote y mantener sus negocios rentables.

Además, en los últimos años, ha habido un creciente interés en la agricultura sostenible y orgánica en España, lo que ha llevado a algunos agricultores a adoptar prácticas más respetuosas con el medio ambiente y a buscar métodos de producción más éticos y responsables.

En resumen, los agricultores españoles desempeñan un papel crucial en la economía y la sociedad del país, pero se enfrentan a una serie de desafíos que requieren atención y apoyo continuo por parte de los gobiernos y la sociedad en general.

La "tractorada" en España es un término que se utiliza para referirse a las protestas actuales organizadas por los agricultores, con la movilización de tractores y otros vehículos agrícolas en diversas carreteras y autopistas, para expresar su descontento y exigir cambios en las políticas agrarias o en otras áreas que afecten a su sector. Estas protestas suelen ser una respuesta a una serie de problemas y preocupaciones que sufren los agricultores y ganaderos españoles. Algunas de las causas comunes de estas protestas podríamos resumirlas en estos puntos:

    -Precios bajos de los productos agrícolas: los agricultores se enfrentan a precios bajos en el mercado para sus productos, lo que puede afectar su rentabilidad y capacidad para mantener sus negocios.

2   -Competencia internacional: La competencia de productos agrícolas importados de otros países, a menudo con costos de producción más bajos, puede afectar la capacidad de los agricultores españoles para vender sus productos a precios competitivos.

3   -Políticas agrarias de la Unión Europea: Cambios en las políticas agrarias nacionales o de la Unión Europea pueden tener un impacto significativo en la forma en que operan los agricultores y en su capacidad para acceder a subsidios o apoyo financiero.

     -Crisis climáticas y desastres naturales: Eventos como sequías, calor excesivo a destiempo pueden afectar negativamente a los cultivos y la producción agrícola, lo que lleva a pérdidas económicas para los agricultores.

5    -Exigencias burocráticas: Los agricultores a menudo se quejan de una carga excesiva de regulaciones y trámites burocráticos impuestos por la Comunidad Europea que dificultan su trabajo y aumentan sus costos operativos.

6    -Por último, combatir o subsanar las diferencias excesivas de lo que percibe el agricultor o ganadero y el precio que esos productos adquieren en el mercado.

   Estas son solo algunas de las causas más comunes que pueden llevar a los agricultores españoles a organizar tractoradas, para hacer oír sus demandas y presionar cambios en las políticas que afectan a su sector.    

Tomen las medidas necesarias quienes tienen poder y medios para hacerlo y ofrezcan un futuro de esperanza para el campo.


Tractorada en Madrid

domingo, 10 de marzo de 2024

El miedo humano

 El miedo, emoción natural

 

El miedo humano es una emoción básica y natural que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Es una respuesta ante situaciones percibidas como amenazantes, peligrosas o desconocidas. El miedo desencadena una serie de respuestas fisiológicas y psicológicas en el cuerpo, preparándonos para enfrentar o evitar la fuente del miedo.

El miedo puede manifestarse de diferentes formas y en diferentes grados de intensidad. Puede ser causado por situaciones reales, como enfrentarse a un peligro físico inmediato, o por situaciones imaginadas, como los miedos irracionales o las fobias. Algunos miedos comunes en los seres humanos incluyen el miedo a la muerte, el miedo a los animales peligrosos, el miedo a la oscuridad, el miedo a la soledad, el miedo al rechazo social, entre otros.

Si bien el miedo puede ser útil en ciertas situaciones al alertarnos y protegernos del peligro, también puede ser nefasto cuando se convierte en un obstáculo para el desarrollo personal y la búsqueda de nuevas experiencias. Algunas personas experimentan miedos crónicos o intensos que pueden influir en su calidad de vida y requieren ayuda profesional para superarlos.

Es importante tener en cuenta que el miedo es una emoción subjetiva y que cada persona puede experimentarlo de manera diferente. Lo que puede resultar aterrador para una persona puede no serlo para otra.

Hemos vivido parte de nuestras vidas con miedo. Nuestros padres y abuelos en los límites del pánico por el tiempo de guerra entre españoles que les tocó vivir. 

Bien que recuerdo de niño, aquellos “ejercicios espirituales” que, vísperas a la Semana Santa, hacíamos en el Colegio interno de Escolapios de Toro (Zamora). Durante tres o cuatro días olvidábamos toda terea escolar, dedicándonos a la vida espiritual: lecturas religiosas, meditación, así como la escucha de charlas atemorizantes del padre escolapio que dirigía tales ejercicios. Todo con el rigor imprescindible de mantenernos, durante esos tres días, en absoluto silencio y absteniéndonos de toda actividad lúdica. Aquellas charlas nos amedrentaban con las llamas eternas del infierno, el llanto y rechinar de dientes y durante las noches nos acostábamos temiendo que con nocturnidad y alevosía apareciese el demonio con su guadaña y nos arrastrara a las calderas de Pedro Botero, casi siempre por la culpabilidad del despertar a la vida en el descubrir de nuestro cuerpo. No veo a Dios como inclemente e inflexible sino justo y misericordioso; por otra parte el amor a Dios nunca debe de ser como efecto de miedo y temor sino como correspondencia al amor que él nos manifiesta.

También aparecían cada cierto tiempo visionarios que anunciaban catástrofes planetarias y el fin del mundo. A comienzos de los años sesenta nos alarmaban con los efectos de la lluvia radiactiva. Los gases y el polvo que generaban las pruebas nucleares se elevaban hasta la troposfera y después caían cuando llovía en lugares alejados de donde se había producido la explosión.

       El paso de cometas cerca de la tierra ha provocado, desde siempre, mucho miedo y poca ciencia, asustando a los terrestres con calamidades apocalípticas. En 1910 dijeron que el cometa Halley envenenaría la Tierra con el gas cianógeno que traía en la cola. La incultura y la ignorancia abonan el terreno para que profetas y visionarios siembren el desconcierto.

 


Cometa Halley



Contaban personas mayores que en el verano del año 1936, días antes de la guerra civil, se produjo una intensa lluvia de estrellas, lo que hizo asociar ese fenómeno astronómico con la contienda que se avecinaba. “Señales en el cielo calamidades en la tierra”. Sería por eso por lo que ciertas personas crédulas y temerosas se santiguaban cada vez que veían la estela blanca rayar la bóveda del cielo.

Algunas noches los amigos nos reuníamos en la plaza, sentados en aquella gran piedra que existía a la puerta de la casa del cura, hoy bar de jubilados, y contábamos historias que habíamos escuchado sobre apariciones, muertos que enterraron sin estarlo, peleas a la luz de la luna con brillo de cuchillos, venganzas por celos. Nuestra fantasía las recreaba y les añadía detalles que nos inventábamos para hacerlas más intrigantes y pavorosas.

Con el coronavirus diaria y machaconamente en todos los medios de comunicación, bulos incluidos en las redes y tertulianos deslenguados consiguieron, otra vez, meternos el miedo en el cuerpo.

En resumen, el miedo humano es una emoción natural que desempeña un papel importante en nuestra supervivencia y adaptación. Reconocer y comprender nuestros miedos nos permite tomar medidas adecuadas para enfrentarlos o superarlos, y buscar apoyo cuando sea necesario.


sábado, 3 de febrero de 2024

Los buenos modales


El saber estar

 

Antiguamente existía una asignatura en las escuelas llamada ‘Normas de Urbanidad’.  Un pequeño librito que contenía reglas básicas de civismo y de buenos modales. Eran instrucciones o pautas que el sentido común deduce como lógicas. El temario trataba, entre otros asuntos, sobre comportamientos en lugares públicos, en la mesa o en la calle.

La "urbanidad" se refiere a la buena educación, cortesía y comportamientos tanto en ambientes familiares como sociales. La urbanidad abarca normas y reglas que guían el comportamiento de las personas en diversas situaciones y entornos. Estas normas suelen incluir aspectos como el respeto hacia los demás, la cortesía, la puntualidad, el uso adecuado del lenguaje, las buenas costumbres en la mesa y otros aspectos de la convivencia social.

La urbanidad es importante en la sociedad ya que contribuye a la convivencia entre personas en buena armonía y respeto. En muchos casos, las normas de urbanidad son transmitidas de generación en generación como parte de la educación formal e informal. Aunque algunas normas pueden variar según la cultura y el contexto, existen principios fundamentales que se consideran universales en términos de cortesía y buen trato hacia los demás.

Los niños de entonces pasábamos gran parte del tiempo libre en la calle. Cuando algunas personas mayores nos pedían hacerles un recado, siempre aceptábamos de buen grado y sin rechistar, en nuestra casa, así como en la escuela nos habían inculcado el respeto y obediencia a los mayores. Al querer darnos una propina por el recado, la rehusábamos al principio, pero sí había insistencia de la persona mayor la aceptábamos. Nos enseñaron a ceder el paso en las aceras, el asiento en los medios de transporte, gesto que las personas mayores agradecían.

Nuestros padres, la mayoría de ellos, siempre hacían hincapié en que debíamos saber presentarnos, dar los buenos días, saludar y despedirse porque así lo habían aprendido de los suyos.

Se van perdiendo muchos de estos buenos modales. Tampoco podemos ignorar otros "grupos" de chicos, aunque no todos, que por no sé qué razón, quieren aparentar modernidad y chulería al olvidarse de todo principio básico educativo. Utilizan un lenguaje deplorable, creyéndo que son los reyes del mundo. Inconscientes de esta vida, ya vendrá la realidad a situarles en su sitio, todo será cuestión de tiempo.

Habría que analizar, no solamente a los chicos, sino a sus familias. Verdaderamente el problema ¿radica en ellos o en su familia? Viendo a muchos padres, podemos aventurar que el chico tiene un futuro poco prometedor, sobre todo, en cuanto a los buenos modales se refiere. "Manos que no dais ¿qué esperáis"? (uno de los sabios dichos de Santa Teresa). Si en casa no se ve un buen ejemplo, partimos de una mala proyección para los chicos.

No debemos generalizar, hay que dejar claro, a mi modo de ver, que hay maleducados en todos los ámbitos y edades, Solamente hay que tratar de corregir, en la medida de lo posible, estos hábitos diarios.

Los buenos modales son un conjunto de comportamientos socialmente aceptados que reflejan respeto, cortesía y consideración hacia los demás. Estos son fundamentales para crear un ambiente armonioso en la sociedad en una convivencia diaria. Aquí señalamos algunos aspectos clave de los buenos modales:

1.  Saludos y despedidas: Es importante saludar y despedirse de manera cordial. Un simple "hola" o "adiós" puede marcar la diferencia en la percepción que los demás tienen de ti.

2.  Por favor y gracias: Utilizar estas expresiones muestra gratitud y respeto hacia los demás. Pedir las cosas amablemente y agradecer cuando se reciben son gestos fundamentales.

3.  Puntualidad: Ser puntual demuestra respeto hacia el tiempo de los demás. Si llegas tarde, es importante disculparte y explicar la razón de tu retraso.

4.  No interrumpir: Escucha activamente a los demás y evita interrumpir cuando están hablando. Espera tu turno para expresar tus ideas.

5.  No hablar con la boca llena: Durante las comidas, es fundamental masticar con la boca cerrada y evitar hablar con la boca llena. Esto contribuye a una experiencia más agradable para todos.

6.  Ceder el paso: En situaciones como puertas estrechas o pasillos, ceder el paso a los demás muestra consideración y cortesía.

7.  Evitar el uso excesivo del teléfono móvil: En situaciones sociales, trata de limitar el uso del teléfono para mostrar interés y respeto hacia las personas presentes.

8.  Cuidado con el lenguaje: Evita usar lenguaje ofensivo o grosero. Sé consciente de tu tono de voz y el lenguaje corporal para evitar malentendidos.

9.  Ser agradecido: Expresa gratitud cuando alguien hace algo amable por ti, ya sea un gesto pequeño o algo más significativo.

 

"Saber estar" es una expresión en español que se puede traducir como "saber comportarse" o "tener buenos modales" en situaciones sociales. Esta expresión requiere tener la habilidad de comportarse de manera adecuada y respetuosa en diferentes lugares y circunstancias. "Saber estar" es la capacidad de adaptarse y responder de manera apropiada a las diferentes situaciones.

En unas cuantas décadas el mundo ha sufrido grandes transformaciones en muchos aspectos, como la economía, la historia, la sociedad y las relaciones humanas. Las personas gozan de mayor autonomía y libertad que en los siglos pasados y eso las ayuda a ser más felices. Sin embargo, a causa de tantos cambios y novedades muchos han olvidado lo importante que es tener un trato amable y correcto con los demás, considerar su importancia como personas y expresarles nuestro respeto en las situaciones diarias.

Resumiendo, una persona puede ser el que más conocimientos tenga de su profesión o carrera profesional, pero sin una buena dosis de "buenos modales" puede que sea la persona menos querida de su entorno. Saber agradar, comportarse de modo correcto en cualquier ocasión, mostrar nuestro mejor "imagen social" puede hacernos ganar la simpatía de todo nuestro entorno. Ese cariño se refleja en la actitud de las personas que nos rodean y se echa mucho de menos cuando falta.