Un exhorto para disfrutar de los
mejores años de nuestra existencia
(No apto para menores de 50 años)
¡Adiós a la Juventud!
Indudablemente la juventud es una edad dorada
y recordada siempre con nostalgia. Es una breve época
inolvidable, romántica, vibrante, emotiva y feliz.
..hay que reconocer que esa misma juventud
tan alabada, tan cantada y suspirada, de negros nubarrones,
muchas veces de privaciones y nunca exenta de incertidumbres,
celos zozobras, competencias, temores, rivalidades y ansiedades.
= EL GRAN CAMBIO =
Afortunadamente tanto en la naturaleza como
en los seres humanos, “después de la tempestad
viene la calma.” Y quizá lo mejor de la
juventud… es que ya pasó.
El cauce se transforma en una corriente
de paz que se mueve lentamente, casi
sin sentirlo, hacia esa infinita grandeza,
profunda e inconmensurable, que es el
final de todos los viajes y adonde van
a parar todos los ríos: el mar.
Esta etapa queridos amigos,
es la MADUREZ.
¡Pues que sea bienvenida!
Veamos: la madurez no es exactamente el mediodía
de la vida, ni la tarde, ni la noche. Más bien yo diría
que ese im preciso momento que llega sigiloso con
las primeras horas del día, abarcando esos instantes
brumosos y volátiles que se
disuelven poco a poco al
ser tocados por los emergentes rayos del sol:
LA MADRUGADA
Y algo extraordinario:
Ahora no nos inquietan las modas ni los cambios que
experimentan las nuevas generaciones, ni nos mortifican
ni afectan las nuevas corrientes o costumbres, pues nosotros
no estamos obligados a cambiar ni a iniciar nuevas modalidades.
Nuestra edad es ya suficiente justificación para
Mantenernos al margen, aunque sin desentendernos
De lo básico y esencial
Al llegar a la madurez cesan las dudas y las
Incertidumbres. Ya no es necesario hacer tareas ni
Desvelarse estudiando, correr tras el autobús por las
mañanas, presentar agobiantes exámenes, paseara la
novia o preocuparse por conseguir empleo.
Definitivamente lo que íbamos a ser, ya lo somos.
Y lo que no íbamos a ser, ya no lo fuimos… ni lo
seremos. No a estas alturas. De eso no hay duda.
¿Entonces para que preocuparse?
Para los que cruzamos la frontera y estamos al otro lado,
colocados sobre esta amplia, tranquila y bien ventilada
terraza, ya no hay carreras, nerviosismo, competencias,
prisas, luchas ni duelos a muerte. Nuestro sitio está en el
tendido, no en el ruedo. O por lo menos, detrás de la barrera.
Hoy es aquel futuro del cual
Estábamos tan temerosos AYER.
Y ya ven, todo salió bien.
Después de todo… ¡aquí estamos!
La conclusión entonces es que, como en la madurez ya no
Hacemos planes a largo plazo (ni debemos), es necesario que
se empiecen a ver ya los resultados de todo aquello para
lo que trabajamos, planeamos, ahorramos
y nos preparamos a lo largo de la vida.
El futuro ya está aquí
¡El tiempo apremia!
De manera que ya no esperen más. Mientras gocen de relativa
salud y puedan moverse fácilmente todavía; mientras puedan
comer y beber de todo y disfrutar de los atractivos de la vida,
aprovéchenlos. Abran ya sus botellas de coñac francés y usen sus
vajillas de Baviera y sus cubiertos de plata, pues ¿para cuándo los
están guardando? Podría meterse un ladrón y vaciarles la casa,
¿de qué les sirvió haber guardado todo por tanto tiempo?
Que no tengamos que decir después:
“Qué temprano se nos hizo tarde”
Y si estuvieran haciendo planes toda la vida para
Realizar algún viaje a Europa, a las Cataratas del
Iguazú, a Haway, a Alaska, a China o a la
Patagonia, pues antes de que otra cosa
suceda, como una devaluación,
una operación repentina
o un infarto…
¡VÁYANSE YA!
¡Qué esperan!
“Vida: nada me debes.
Vida: nada te debo.
Vida: estamos en paz.”