Es primavera, son las 12 de la mañana, desde mi casa observo la calle en un silencio sepulcral, solamente ese silencio es perturbado por algún coche de policía o ambulancia. Ya no se detecta ese circular de personas y vehículos que antes de la “pandemia” concurrían dando vida a este entorno. A lo lejos, un hombre cargado de bolsas circula en solitario, posiblemente viene de comprar alimentos de un súper próximo; La mascarilla le cubre dos tercios de la cara, haciéndole invisible a los demás, y en su forma de andar se nota en él cierto temor a esa soledad que le circunda, una soledad fruto de ese virus que azota esta ciudad y muchas ciudades del resto del Mundo: es el virus que los científicos han nombrado Covid-19, encuadrado en la familia de los Coronavirus.
Esta primavera está pasando inadvertida para las personas, da la sensación de que se ha presentado este año por error o equivocación. La preocupación y el aislamiento no nos permite admirar la belleza que refleja en los parques, caminos y campos; la sangre la tenemos alterada por otros motivos. Igualmente, esta pandemia está anulando los eventos sociales propios de esta época: Fallas en Valencia, Semana Santa, Feria de Sevilla etc. En una palabra, las fiestas traen consigo una manifestación de multitudes y alegría que el aislamiento y el estado de ánimo lo hacen incompatible.
Es sorprendente, en este siglo XXI, creíamos que el hombre controlaba todos los virus y epidemias de este Mundo, dados los grandes conocimientos que posee a través de grandes progresos en investigación, aparece un nuevo virus, hace tres meses, con origen en China y, por ahora, no es capaz de buscar el antídoto (vacuna).
Es importante cómo luchamos contra la enfermedad. Toda vida merece lo mejor. Aquí no hay colores ni ideologías. El gesto de muchos españoles nos dice la solidaridad y buenos sentimientos de muchas personas. Son muchos los compatriotas que, haciendo gala de su profesionalidad y entrega, están haciendo grandes esfuerzos, hasta poniendo limites a su vida por los demás; son muchas las profesiones, aparte de nuestros sanitarios, que aquí no voy a nombrar por temor a omitir alguna, que la sociedad siempre les agradecerá. En el modo de luchar contra la enfermedad nos dice de las personas como y quienes somos.
Al resto de los ciudadanos no nos queda otro consuelo que este aislamiento, para evitar ese contagio a nosotros mismos y a los demás, ya que podemos tener ese Covid-19 incubado en nuestro cuerpo sin aun manifestarse y actuar como agente transmisor. Debemos de ser responsables en el cumplimiento de las normas que las autoridades sanitarias nos ordenen.
Siempre que se produce una crisis, de cualquier tipo, de orden mundial, como esta, las primeras reacciones es pensar que por aquí no llegará. Ya no podemos rehusarla. Esto es algo que no habíamos previsto y nos ha pillado por sorpresa. Nos enfrentamos a la enfermedad y, en algunos casos, a la muerte. Es lógico que tengamos miedo, pero nos consuela y reconforta el saber que hay personas, grupos de personas, que la están afrontando con coraje y con una gran humanidad.
Comprendo que este aislamiento que llevamos en nuestras casas nos produzca reacciones de enfado y mal humor, en una palabra, actuamos con unos comportamientos poco propios en nuestra vida cotidiana y de nuestra manera de ser. Con lo que tenemos encima, no deben de ser tiempos de enfrentamientos, ni de descalificaciones a nuestras autoridades, ni de ira, deben ser tiempos de reconciliación, hasta en los enemigos políticos, para conseguir, con la unión de todos, la resolución de este gran problema que es combatir al virus Covid-19. Cuando todo esto pase, será tiempo de juzgar errores o negligencias, si las ha habido, tanto de nuestras autoridades estatales como autonómicas, sin olvidar, ante la escasez de material sanitario, la responsabilidad de estas últimas que, como consecuencia de tener transferidas las competencias en sanidad, manejaban y administraban los fondos económicos de ésta, que provenían de los impuestos de sus contribuyentes respectivos.
Tengamos fortaleza y paciencia hasta conseguir vencer este "coronavirus", y que próximas primaveras, que vendrán, nos deleiten percibiendo la belleza que las caracteriza.
Sirva de ejemplo, a lo anterior dicho, este párrafo o cita extraído del libro más famoso de la literatura española: “El Quijote” de nuestro gran escritor Miguel de Cervantes:
"Sábete Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca".