Quizás sea un
problema tener mucho donde elegir, pero uno necesita tener opciones, cuando voy
por la calle siento eso, un montón de posibilidades, cosas que veo de las que
no sé nada pero que están ahí, esperándome, como una oportunidad. Coger de aquí
y de allí. La vida está hecha de retales que componen la pieza.
Las cosas importantes
dependen de instantes intrascendentes, una mirada, un gesto, estar en un
sitio concreto a una determinada hora, un día exacto.
Un hola, un adiós, decir la palabra exacta en el momento en
el que hay que decirla y tu vida cambia, en un ¡zas!, en un instante y dejas de ser el que
podías haber sido para ser otro, varían tus costumbres, los bares donde vas, lo
que comes, los viajes que hagas, las personas con las que te relacionas, los
libros que leas, hasta tus hijos sufrirán esa influencia.
Un buen profesor influye en que elijas letras o números. Un buen maestro de lengua deja en ti, para siempre, una huella, estímulo
o atracción para saborear la lectura, esa comunicación tan grata con distintos autores
y personajes por ellos creados.
La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios
de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas
tristezas en otros. Al nacer, emprendes el viaje llorando y luego nunca deseas
que termine ese viaje, te aferras a todos los recursos para hacer más largo ese
viaje: Nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que
siempre viajarán a nuestro lado, pero en alguna estación ellos se bajarán; nos
dejan seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor
irremplazable.
Algunos abordarán el tren para realizar un
simple paseo, otros más, vivirán momentos de oscuridad o tristeza durante su
viaje, y siempre encontraremos a quienes estén dispuestos para ayudar a los más
necesitados. el viaje continúa, lleno de desafíos, retos, sueños, fantasías,
alegrías, tristezas, esperas y despedidas… ¡Ah! y pasiones. La vida sin pasiones es mera supervivencia.
Tratemos de tener una buena relación con
todos los pasajeros, busquemos lo que cada uno de ellos tiene para ofrecer. Cada una de esas personas dejan
algo en tu corazón, que recordarás a lo largo de ese hermoso viaje
El gran misterio enigmático para todos, es que jamás
sabremos en que estación nos tocará descender, tampoco donde bajarán nuestros
compañeros de viaje, incluso de quien viaja sentado a nuestro lado.
A veces pienso en el momento que me toque
bajar del tren, ¿quizá sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia?, será
doloroso y triste separarme de mis hijos dejándolos que sigan solos, de mis amigos
y compañeros de viaje.. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento,
tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje
que no tenían cuando iniciaron su viaje.
Hagamos que nuestro viaje en este tren tenga
significado, que haya valido la pena, “vivamos de manera que cuando llegue el
momento de descender, nuestro asiento vacío deje lindos recuerdos a quienes
continúan su viaje en el tren de la vida”.