Van pasando los días, ya casi 40, en este monótono confinamiento en nuestros hogares. Como bien me decía un amigo: “mejor estamos en casa que en un hospital”. Parece imposible que los que antes presumíamos de ser poco caseros: con paseo matinal, compra, partida de 3 de la tarde, estemos venciendo aquellos hábitos sometiéndonos a esta reclusión con convicción y así evitar, dada nuestra edad en declive, el contagio de la epidemia que nos rodea.
Son muchas las limitaciones a las que nos somete esta pandemia de índole mundial, algunas de tipo social que nos aleja de aquellos amigos cotidianos, pero creo que las que más añoramos son la ausencia en nuestras vidas de hijos y nietos. A veces, suplimos esta ausencia, aprovechando los grandes medios de comunicación actuales, (móvil, videoconferencia, skipe), aunque muy alejados todos ellos de suplir ese calor físico y presencial de una familia reunida. Claro que, pensándolo bien, aunque sea una paradoja, no ser visitado por hijos y nietos se convierte en un acto de amor ya que los besos y abrazos son armas arrojadizas del virus.
Me paro a pensar, a veces, que todo que nos está pasando es un aviso en defensa de esta Naturaleza que tanto maltratamos: contaminando la atmósfera, los ríos, los mares, y todo nuestro entorno. Tenemos un excesivo consumismo y creíamos controlar todas las fuerzas y recursos de la madre Naturaleza, ¡Qué incautos!, Ésta ha descargado un rayo de ira sobre nosotros en forma de un virus, que surge imprevisible, inesperado e incontrolable, y que nos está haciendo débiles e impotentes ante tal combate.
A la caída del sol en esta primavera rompemos nuestro silencio con aplausos, en un gesto de gratitud hacia nuestros sanitarios, que arriesgan su vida en su contacto directo con enfermos infectados por el “coronavirus”. Son muchos los sanitarios que han sido infectados en Centros de Salud y Hospitales, yo mismo he vivido dicho contagio sanitario en la persona de un hijo. Esos aplausos de coraje vienen acompañados de miradas, saludos y gestos cómplices entre vecinos que, pese a vivir en la misma calle, quizá no nos conocíamos, pero ahora nos sentimos unidos ante un enemigo común, reflejando en nuestros rostros blancos y pálidos un signo de esperanza. Me enorgullece el saber que en mi pueblo también se tiene este gesto diario, de agradecimiento al personal sanitario que está ejerciendo una ardua labor, arriesgando sus vidas, con tal de salvar las de los demás.
Son muchos los amigos y conocidos que nos han dejado, no han podido vencer esta pandemia. La muerte siempre es triste para los familiares y amigos del difunto, ahora se le añade a esa tristeza la soledad de los entierros. El Ministerio de Sanidad ha prohibido los velatorios, tanto en lugares públicos como privados y domicilios particulares. Se limita el número de acompañantes a tres allegados. Las iglesias han cerrado y los muertos salen por la puerta de servicio de esta vida. No hay acompañamiento de amigos, familiares, ni cortejo fúnebre en ese último adiós. Aunque nos duela es necesario para evitar males mayores, lo que no quita el sentimiento de impotencia y desgarro que produce. Evocamos la rima de Bécquer… ¡Qué solos se quedan los muertos…y sus familias!
Me ha llegado un video que me ha impresionado, son las manifestaciones de una española, hija de padre español y madre japonesa, sobre los comportamientos y respuestas que da la sociedad japonesa a la hora de afrontar una crisis como esta:
Se pregunta ¿Por qué Japón con 130 millones de habitantes y su proximidad a China no ha tenido un crecimiento de coronavirus exponencial, como por ejemplo España e Italia? Ha tenido una propagación sólo lineal. Parece algo inexplicable ya que es un país sujeto a catástrofes como: terremotos, tifones, tsunamis etc. Sin embargo, el comportamiento y la cultura individual del japonés tiene siempre como horizonte LA COLECTIVIDAD: “El bien del todo es más importante que el bien de una parte”, es decir que cada individuo contribuye al bien común de todos.
Deberían tomar ejemplo nuestros políticos de esa “colectividad” del pueblo japonés. Es bochornoso que, tanto el partido del gobierno como los de la oposición, en la jornada del día 9 pasado en el Congreso de Diputados, se culpaban ambos de las muertes del “coronavirus”. Creo que las actitudes de nuestros políticos se parecen a un mundo de locos: los grupos independentistas. más otro extremista de derecha votan “no” a la segunda prórroga del estado de alarma, pero no porque la vean innecesaria sino por espíritu de contradicción. Éste último, se limita a judializar todo, no aportando nada positivo a esta crisis, solo un proyecto anticostitucional y poco democrático para destituir al Gobierno. Lo único viable, legal y democrático para derrocar al Gobierno, con mayoría simple, es plantear una moción de censura en toda regla, como le fue planteada al anterior presidente Rajoy.
Las críticas a la acción del Gobierno son no solo legítimas, deben de se imprescindibles en tiempos de democracia, pero no una oposición lanzando acusaciones duras, insinuaciones desleales que están degenerado en pura miseria electoral. Podría añadir algo más: lo que estamos observando en el Parlamento es una insensatez, así como una irresponsabilidad grave de sus señorías, ya que desmoraliza al ciudadano de a pie que lleva 40 días con responsabilidad y paciencia este confinamiento. En una palabra, el pueblo español, que se muestra paciente, responsable y resignado en casa en su aislamiento, no se merece este tipo de políticos.
El “coronavirus” no entiende de colores ni de partidos, ni de pobres ni ricos, a todos nos afecta por igual. Tanto Gobierno como oposición tienen la responsabilidad de ir juntos y unificar criterios para vencer esta pandemia, y juntos tomar medidas ante los efectos nefastos que sufrirá nuestra pobre economía.
Como persona, entrando en eso mal llamado tercera edad, hago un llamamiento a todos los de mi generación y más mayores, para que se queden en casa y no salgan a la calle, que lo más necesario se lo compren sus hijos o vecinos. Somos por nuestra edad los más vulnerables, circunstancia esta por la cual debemos extremar todas las precauciones necesarias para no coger este dañino “coronavirus”.