El camino de ser jubilado a convertirse en un ciberestudiante
no es tan tortuoso como podría parecer. “Los alumnos senior son
mayores de 55 años, la mayoría suelen ser mujeres jubiladas que desean seguir
formándose. No les cuesta aprender, lo desean y están muy motivados. Si bien es
cierto que el ritmo de aprendizaje, en general, es más lento que el del alumno
joven”, indica Gloria Pérez Serrano, directora de la UNED Senior.
De hecho este camino está cada vez está más concurrido. Dos
factores favorecen que estas personas –en los cursos online se les
llama seniors en lugar del habitual adultos mayores o tercera edad-
vuelvan a clases. Por un lado, la accesibilidad al conocimiento que han proporcionado
las herramientas y tecnologías de Internet, y por otro, la evidencia científica
de que aprender cosas nuevas es saludable para las neuronas envejecidas, y de
la condición elástica del cerebro, capaz de aprender en cualquier edad de la
vida.
Pero no son solo biológicas las ventajas, estudiar en la tercera
edad integra al adulto en una nueva red social que le permite escapar de su
rutina diaria. El nuevo estudiante probablemente hará amigos e incorporará
nuevas actividades y hábitos a su vida.
Según una encuesta del Instituto Universitario Gerontológico de Yucatán
(México) que preguntó a más de mil personas qué significaba estudiar para
ellos, la mayoría de los adultos mayores se apuntan a un curso porque para
ellos supone “superar la obsolescencia”. Ante un mundo dominado por el continuo
cambio que traen las nuevas tecnologías, las personas mayores necesitan sentir
que siguen integrados y de alguna manera en el ruedo. En este sentido, dominar
algunas herramientas como puede ser un idioma o un programa informático les
hace sentir útiles. Esta investigación del centro mexicano siguió la evolución
de las personas mayores matriculadas a un curso y observó cómo iba cambiando su
estado de ánimo, su vida social y hasta su modo de vestir. Incluso la
investigación detectó que los alumnos empezaban a pedir a sus hijos más tiempo
libre, empezaban a decir aquello de "no me traigas a los nietos todos los
días".
Según explica el experto en e-learning de la UOC Albert
Sangrà las investigaciones de la enseñanza online sobre
cómo aprenden los adultos están muy avanzadas y hoy se diseñan cursos
específicos que se adaptan a las características del alumno de más de 55 años.
“No es lo mismo enseñar a personas que han estudiado de jóvenes y tienen
terminada una carrera universitaria que a alguien que no pudo estudiar en su
día. No es solo la edad lo que cuenta, también pesan y mucho, los conocimientos
y el nivel previo de formación”.
Según Sangrá en esta edad más que en ninguna otra los
diseñadores deben sacar partido a la personalización que permiten las
herramientas de los cursos online. “Hay personas que aprenden más
rápido que otras o que tienen una formación determinada y diferente a las del
resto de los alumnos. Hay que hacer un traje a medida para los estudiantes
mayores”.
Las preferencias académicas de las personas que tras toda una
vida de trabajo vuelven a coger los libros o el ordenador, en el caso de la
enseñanza on line, es muy variada. “Los alumnos jubilados prefieren
aprender cosas nuevas y actualizarse en conocimientos culturales, políticos,
económicos, sociales, de salud, desarrollo personal, etcétera. Insertan estos
conocimientos en los que ya poseen, lo que contribuye a potenciar su
aprendizaje. Las asignaturas que más les interesan son: Tertulias literarias, Estimulación cognitiva, Música, Patrimonio Artístico… Les gusta conocer su
entorno cultural desde la perspectiva de un experto”, dice la directora de UNED
senior. Quizás por eso en este grupo de edad los cursos que combinan el
aprendizaje en Internet con visitas culturales tengan mucho éxito, pues
potencian su conocimiento de la zona y enriquecen las relaciones
interpersonales.
Regina se dispone a empezar su curso de italiano. “Estoy como un
niño con zapatos nuevos”, dice mientras enseña el ordenador que acaba de
regalarle su hijo para la ocasión. Es posible que nunca consiga un italiano
impecable, sin acento. Pero a estas alturas eso le parece lo menos importante.
“Aspiro a comunicarme en mi próximo viaje a Roma. ¿Cuándo vas a Roma?
–pregunto. “Ah, ni idea. Solo es una excusa para volver a estudiar: Arrivederci
Roma”, dice muerta de la risa.