lunes, 25 de marzo de 2013

REFLEXIONES PARA APRENDER A ENVEJECER



 



Reflexiones para personas mayores




Después de los 65 años comienza a vivirse una etapa de la vida que para muchos requiere de un aprendizaje para aceptar con alegría la edad dorada.


Para aprender a envejecer se requiere ante todo de una preparación interior ayudada por la sabiduría, prudencia y sentido de previsión que se ha adquirido en el paso por la vida.

Al llegar a los 70, es muy posible que los cambios físicos y emocionales se hagan más evidentes. Por ello es importante ser consciente de muchas de las cosas que sucederán y prepararse para aceptar todos estos cambios como hechos naturales de la vida.

Lo qué pasará cuando la vejez se asome:                                                       

Posiblemente llegará el momento en que me entenderán menos y entenderé menos a los demás. Con el tiempo se irán acentuando más las diferencias de edades.

Los adelantos científicos y tecnológicos conllevan grandes transformaciones. Mis opiniones y juicios perderán peso. La credibilidad disminuirá y contaré menos para muchas personas.

Por fuerza de las circunstancias y por la vertiginosa carrera de la vida, cada año me iré quedando desactualizado.

Con el paso de los meses sufriré limitaciones físicas y funcionales. Disminuirá mi resistencia a las enfermedades; tendré lentitud e inseguridad para actuar y tomar decisiones y todo eso lo notarán los demás.

También llegará la disminución de mi capacidad mental e intelectual. Seré más lento para leer y entender, para asimilar y para aprender. Disminuirá mi memoria y confundiré los acontecimientos, los tiempos y las personas.

Lo que tendré de evitar:

Tendré que poner todos los medios para no volverme caprichoso, exigente, intolerante y poco comprensivo. Evitaré ser impaciente y mal genio. Igualmente evitaré ser quejumbroso, irónico, gruñón y también me cuidaré de no repetir el mismo cuento todos los días. También evitaré sentirme inútil, incapaz, estorboso ni acabado. Más bien procuraré ser todo lo contrario.

No descuidaré mi comportamiento, mis modales, ni mi presentación personal. Evitaré ser absorbente, acaparador, absolutista, dogmático o dueño único de la verdad. Por el contrario, seré más comunicativo y escucharé más.

Lo que tendré que hacer:

Con prudencia y paciencia, mediante mi ejemplo y mi palabra, me dedicaré más a enseñar las buenas costumbres, la práctica de las virtudes humanas, los buenos modales, la conducta intachable y todos los conocimientos necesarios para que sean mejores y más útiles a la sociedad.

Delegaré cada vez más en mis hijos y les transmitiré mis conocimientos y experiencias para que vayan asumiendo las responsabilidades en todo lo referente a nuestra familia.

En el momento oportuno –y mejor hacerlo pronto-, debo dar a mis hijos las indicaciones sobre el manejo de nuestros bienes y sobre su distribución y reparto. Haré la relación de los bienes y las deudas y las actualizaré cada 6 meses. Si es necesario, elaboraré un testamento.

Buscaré nuevas formas de ser útil a los demás porque sé que aún esperan mucho de mí y mi obligación es entregar hasta el fin lo mucho que he recibido para ponerlo al servicio de todos.

Es apenas natural ir disminuyendo en todo: en funcionalidad, en capacidad y en posibilidades físicas y mentales y por eso es lógico que continúe opacándome y que otros me reemplacen y tomen las riendas. Conviene pues que otros se luzcan y que uno desaparezca”.

El contenido de REFLEXIONES PARA APRENDER A ENVEJECER es ideal para saber envejecer.

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