martes, 14 de marzo de 2023

De los anteriores asilos a las actuales residencias geriátricas.

 

Asilos y residencias


Antes, las personas mayores envejecían en sus casas cuidadas por sus hijos. Siempre eran las mujeres las que afrontaban esos cometidos. La sociedad daba a las mujeres en exclusividad las siguientes tareas: el cuidado y limpieza de la casa, confeccionar ropa, el cuidado, en el mundo rural, de los animales domésticos que allí convivían y atender y cuidar de los ascendientes mayores de una y otra parte ¡Como si los hombres no tuvieran manos y sentimientos para tal actividad! Llevaban éstas en el reverso del carnet de identidad las siglas S.L. que las marcaba a sus labores, labores muy amplias como atributo de su condición femenina. Deberes que la costumbre y la sesgada educación imperante les imponían. Sus Labores que en sentido más amplio y sincero debería haber dicho: sus multilabores.

       En aquellos tiempos había centros benéficos llamados asilos para acoger a pobres de solemnidad, así como aquellos mayores que no tenían familia, o si la tenían no querían saber nada de ellos. Si unos hijos optaban por ingresar en tales instituciones a sus padres, la sociedad les tachaba de malos hijos por abandono de sus ascendientes en esa última etapa.

Los tiempos, afortunadamente, han cambiado. ya la mujer no tiene por exclusividad S.L. ya que desempeña un puesto de trabajo en esta sociedad igual que el hombre.

Ahora que la mujer ha entrado en el campo laboral, los trabajos domésticos han dejado de ser exclusividad de ella, repartiéndose con cierta equidad por ambos partes. El problema se presenta cuando uno de los ascendientes que, por razón de su edad, no es autosuficiente y requiere cuidados intensivos durante todo el día. Al trabajar marido y mujer fuera del hogar no le pueden atender, ni tampoco su economía les permite contratar asalariados para tal cometido. Esta es la causa principal del nacimiento de otros internamientos para nuestros mayores, que ahora llamamos Residencias. La palabra suena mejor que asilo, y esta sociedad, tan hipócrita y crítica en épocas anteriores, aprueba y asimila tal novedad.

Hemos de resaltar otra opción, que es mantener a los mayores en su hábitat natural, es decir en su domicilio bajo la tutela y ayuda de cuidadoras. Un considerable número de cuidadoras, casi todas inmigrantes, han encontrado trabajo atendiendo a personas mayores, personal español raramente se encuentra para ello; es por lo que los gobiernos de turno deberían premiar a tales cuidadoras con la concesión inmediata de la nacionalidad española, dada la dura tarea que desempeñan velando por nuestros mayores.

Las buenas residencias de mayores ofrecen ciertos atractivos a los residentes como: atención médica personalizada, envejecimiento activo, cuidado personal, entornos seguros, mejora de las relaciones sociales, alimentación adecuada, control de la medicación, prevención de enfermedades patológicas etc. Creo que todo es interesante, aunque dichas residencias carecen de esa sustitución del entorno familiar y afectivo que antes gozaba el actual residente.

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